Una relación tensa y dicotómica rige la relación de la Iglesia Católica con los animales. Mientras en la antiguedad los animales ni siquiera eran poseedores de alma, actualmente Benedicto XVI condena su uso y maltrato innecesario. Sin embargo, y más allá de todo lo que aguanta el papel ¿hasta dónde respeta la Iglesia Católica a los (derechos) animales?
Para la iglesia entonces, la vivisección es una práctica moralmente aceptable, así como las infames condiciones en que viven y mueren los animales en las granjas industriales, las granjas de pieles, los circos, zoológicos, etc. No es extraño, en este contexto, que el párrafo 2418 del catecismo sea una estrafalaria conminación ética, letra muerta que hipócritamente da vuelta la cara a los más horribles sufrimientos de los animales:
2418 Es contrario a la dignidad humana hacer sufrir inútilmente a los animales y sacrificar sin necesidad sus vidas."
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